Clarín reunió a tres folcloristas de tendencias diversas -Charo Bogarín (Tonolec) y Lorena Astudillo y la pianista Lilián Saba- para discutir el papel de la mujer en la música tradicional argentina.
Por Diego Jemio. Especial para Clarín.
Crear un espacio de encuentro. Mostrar su trabajo y conocer el de las otras artistas. Escucharse sin el apuro de los festivales televisados. Esa fue la idea del «Encuentro de Mujeres Argentinas Hoy en el Folclore», que el domingo 2 tuvo su última fecha en el Teatro del Viejo Mercado.
Las cantantes Charo Bogarín (Tonolec) y Lorena Astudillo y la pianista Lilián Saba formaron parte de las fechas de esta iniciativa, que ya lleva seis ediciones. En algún momento de sus carreras, se invitaron a sus respectivos recitales; ahora, rescataron el carácter de encuentro y creen que la mujer aún tiene algunos espacios por conquistar en el mundo del folclore.
¿Qué les produce el hecho de que haya sido un encuentro y no festival?
Astudillo: El gran Armando Tejada Gómez decía que el arte no compite sino que suma. En aquellos años, la gente se juntaba para sumar y así nació el Nuevo Cancionero. Cada una llegó para hacer su aporte, con nuestras particularidades y propuestas.
Saba: Es interesante que la gente haya podido escucharnos. No hay muchos lugares para mostrar lo que uno hace, en un ámbito como éste. Alguien pude en una noche escuchar tres o cuatro propuestas diferentes. Como artista, uno puede expresarse y compartirlo con pares con los que quizá antes no se había cruzado.
Bogarín: Desde hace un tiempo, siento que las peñas fueron tomadas por los varones. En todos los campos de la vida, hay un resurgir de la mujer como género. El encuentro nos da una oportunidad para crecer y enriquecernos. En fin, para hacer lo que nos fue mandado a hacer: difundir nuestro folclore.
Charo mencionó a las peñas como un territorio masculino. ¿Creen que hay todavía espacios por ganar en el folclore?
Astudillo: Quizá porque me dedico al canto, no siento que sea una relación problemática. Sí creo que hay lugares que todavía tenemos que encontrar en este mundo de mujer-madre y mujer-trabajadora. Estamos tironeadas por todos lados e intentando hacer las cosas bien. De hecho, mi próximo disco se llamará «Un mar de flores» y estará dedicado a las figuras femeninas.
Bogarín: Fijate que los guerreros siempre fueron varones. Pero, a su vez, a nosotras se nos pide que combinemos lo bello y delicado de una mujer con la fuerza de la lucha. Sin ir más lejos, en la Guerra de la Triple Alianza, cuando mataron a una gran porción del territorio masculino, fueron las mujeres las que levantaron a Paraguay.
Hubo una noche dedicada especialmente a los instrumentistas. ¿Qué lugar piensan que ocupan en el folclore de hoy?
Saba: Siempre está, pero no se difunde tanto en los festivales; quizá porque se necesita un nivel de abstracción más profundo para poder escuchar un mensaje sin palabras. El vértigo de los festivales ni siquiera permite el canto tranquilo. Fijate que hay muy poco espacio para la zamba, la vidala, la milonga surera o la tonada cuyana. Los artistas se ven obligados a correr detrás del aplauso rápido y la gente no está dispuesta tampoco participar desde su silencio. Pero nosotros tenemos que ser pacientes y seguir tocando, ya sea para una o para mil personas. Porque, en definitiva, uno siempre está tocando para uno. Cuando empieza a hacerlo para los otros, se olvida de uno. Y no es fiel a lo que piensa.