Lanzamiento de un Mar de Flores
Tremenda. Lorena Astudillo pone la piel de gallina nomás en el comienzo de su nuevo disco Un Mar de Flores. La vidala bagualera Ollita de Barro es el inmejorable inicio de una grabación, que sigue, irresistible, con Zamba para mis Hermanos y su in crescendo de intensidad.
Después de tanto cantar -tan distinto y siempre impecable- Lorena muestra su cancha total para decir en la chacarera La Sin Nombre. Y para completar ese impagable primer tramo la emprende solita su voz y el piano de Pablo Fraguela con Zamba del Arribeño (Néstor Soria y Juan Falú), en otra creación notable.
¿Bastante bien, no? Y esto sin mencionar que es el primera vez que Astudillo hace y registra temas propios. En ese sentido, su debut como autora y compositora es óptimo.
La cantante luego de la reunión con Daniel Maza para la placa Sólo los Dos para releer canciones de la tradición argentina y uruguaya tuvo el impulso de escribir.
Y le salieron varios candombes, además de un tono general de orillas rioplatenses, como el cálido Doña Clara. En cuanto a los candombes estrictos se destaca la frescura del candombe que cierra el álbum, El Arte de los Oficios, con la música del cuarteto de Daniel Maza y el arreglo del propio bajista uruguayo. (Entre paréntesis: no tenés arregladores. Otro candombe, Libre de Culpa y Cargo lo arregló Hugo Fattorusso y cuando la ahora autora viajó al Litoral tocaron y arreglaron Rudy y Niní Flores, por ejemplo).
La intérprete contó que Un Mar… comenzó como un proyecto chiquito, junto al dúctil y siempre imaginativo Fraguela -arreglador de varios de los temas-, pero que fue expandiéndose hasta abarcar decenas de músicos. Entre ellos Osvaldo Burucuá y Diego de la Zerda, que arreglaron Ollita de Barro, Jorge Giuliano, que intervino en el segundo tema, y Eduardo Spinassi, quien dirigió la chacarera siguiente. El resultado fue un disco que navega cómodo en la diversidad y que tiene como uno de los puntos de unidad la mirada femenina de los textos, que van desde el párrafo «no me visites ni en sueños» de La Sin Nombre a la sensación de las mujeres de no cumplir con todo -y sobre todo con lo más importante, los hijos, que finalmente se duermen- en De Tanto Esperar. Los hijos están presentes en varios de los tracks en el discurso del disco y, además concretamente -con coros y alegato- en El Arte de los Oficios.
La placa, que tiene sólo dos canciones que no son de la LA (la citada de Soria y Juan Falú y la melodía de Luis Alberto Spinetta y Quedándote y Yéndote, con letra de Eduardo Martí) luego del comienzo que deja sin aliento atraviesa distintos climas, incluso apacibles. Pero lo que queda claro en todo el recorrido es cómo se la juega la cantora, ya desgarro puro, ya picardía, ya emoción, ya vida.
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Fuente: Diario Popular