El rincón del Viejo Canalla
LORENA ASTUDILLO. Crisálida. Edición digital.
Como se ha señalado repetidamente en este espacio en ocasión de comentar sus anteriores trabajos, Lorena Astudillo es una de las mejores cantantes del país dentro de cualquier género. Su voz privilegiada, su perfecta afinación y dicción y su gran expresividad desprovista de desbordes permiten avalar esta afirmación. En este nuevo disco, como en el anterior, Lorena presenta una serie de composiciones propias que muestran su marcada evolución en ese terreno. Acompañada por Constanza Meinero en piano, arreglos y dirección musical, Sebastián Castro en guitarra, Lucas Homer en bajos y Gaspar Tytelman en percusión, la cantante ofrece –utilizando como base musical muy variados ritmos folclóricos argentinos y latinoamericanos- una serie de obra de carácter intimista y tinte existencial, aunque no exentas de matices políticos, en la que se desgranan diversos sentimientos y estados de ánimo. De este modo, si en el aire de joropo venezolano Canta, baila, sueña y anda se hace referencia a las limitaciones del sistema educativo y una intensa melancolía atraviesa la milonga lenta Llueve, a la vivencia existencial casi angustiosa de el muy bonito vals La nada se contrapone la referencia a las víctimas de la violencia doméstica en la chacarera asimétrica Mariposa de seda y el dolor de la ruptura amorosa está expresado en la milonga Duela contrastando con el vigor de la cumbia La tiburona, mientras que la zamba El hilo infinito y la canción que da título al disco aparecen casi como declaraciones de principios, vitales y musicales. Con un excelente acompañamiento y precisos arreglos, Lorena Astudillo ha realizado un bello disco que la ubica sin tapujos como una muy buena cantautora con posibilidades de que algunos de sus temas se conviertan en clásicos; aunque también sería deseable –y esta es una opinión personal- que no dejara de lado la interpretación de obras de otros autores ya que en ese terreno es, sin ninguna clase de duda, insuperable. Jorge García.
Fuente: El rincón del viejo canalla.
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