¿Por qué, a casi dos décadas de su desaparición física, la obra del “Cuchi” Leguizamón sigue concitando la atención de tantos intérpretes argentinos de música de raíz folclórica e incluso de sus compatriotas de la escena del jazz? ¿Cuál es el secreto de su vigencia?
Gustavo “Cuchi” Leguizamón (1917-2000) fue abogado, jugador de rugby, profesor de Historia y Filosofía, y en su paso por la política protagonizó debates memorables contra una burocracia que en una época impedía importar pianos. Pero lo dejó todo por la música. Una pasión que quizás haya descubierto a los dos años, cuando su padre le regaló una quena a la que, según cuentan, pronto fue capaz de arrancarle El Barbero de Sevilla casi íntegro. Una pasión que lo llevó a organizar conciertos de campanarios (y a intentar incluso un concierto de locomotoras); a enamorarse de la música de su tierra pero también de Bach, Mahler, Ravel, Stravinsky, Schönberg y Beethoven, admirando al mismo tiempo a su compatriota Enrique “Mono” Villegas, a los brasileños Chico Buarque y Vinicius de Moraes y al estadounidense Duke Ellington; a trabar amistad con músicos de rock como Luis Alberto Spinetta, Fito Páez y Litto Nebbia; y a formar una dupla compositiva con el poeta Manuel J. Castilla que creó páginas que por su armonía, ritmo, riqueza melódica y vuelo poético –tan alejadas de convencionalismos como su propia vida– ya forman parte ineludible del acervo de la música popular argentina.
A fines de la década de los noventa, Lorena Astudillo “descubrió” la obra monumental de Leguizamón y se convirtió en la primera mujer en llevar al disco el repertorio de uno de los máximos referentes de la música argentina de raíz folclórica. Desde entonces, los nombres de la vocalista porteña y del compositor salteño han quedado indisolublemente asociados, a pesar de la distancia temporal que media entre sus vidas. La cantante revisitó la obra del “Cuchi” en varios de sus discos y ahora, a casi veinte años de aquél primer encuentro, ese maridaje continúa dando buenos frutos. Así lo confirma éste, su sexto trabajo discográfico, en el que vuelve a recrear piezas del cancionero del maestro Leguizamón, pero esta vez con formato de orquesta de cámara, con arreglos y dirección de Patricio Villarejo y el aporte de un grupo de jóvenes y excelentes músicos.
En El Cuchi de cámara, la cantante, psicóloga, docente y –a partir de su anterior CD– también compositora, revisita algunas páginas de Leguizamón que ya había incluido en Lorena canta al Cuchi, como “El silbador”, “Zamba para la viuda”, “Lavanderas de río Chico”, “La arenosa” y “Zamba del laurel”, que en una escucha comparativa sirven para comprobar cuánto ha crecido técnica y profesionalmente esta artista, sobre cuyas dotes vocales e interpretativas ya diera cuenta el jurado de los prestigiosos Premios Konex, cuando en 2015 le otorgó el Diploma al Mérito como Mejor Cantante Femenina de Folclore de la última década.
Dueña de un registro vocal amplísimo y una gran variedad de recursos expresivos trabajados a través de años de estudio y de práctica artística permanente, la Astudillo confirma en este disco que es tal vez la mejor cantante dentro de la música popular argentina y consigue llevar a un plano aún más elevado la música del compositor salteño, propiciando un feliz encuentro entre lo popular y lo académico, sin que la música de raíz pierda su esencia y su fuerza emotiva. Para confirmar lo dicho, basta prestar atención a la versión que hace en el disco de la tan transitada “Balderrama”, o de la hermosa “Zamba del laurel”, donde Lorena emociona hasta los huesos con lo que mejor sabe hacer: lanzar a capella su potente voz de coplera.
¿Por qué, entonces, a punto de cumplirse un siglo de su nacimiento, la obra del “Cuchi” Leguizamón sigue captando la atención, sorprendiendo y emocionando? Muchas de las respuestas están sin duda en este disco.
Músicos:
Lorena Astudillo: Voz
Patricio Villarejo: Violonchello, arreglos y dirección musical
Cecilia Isas: 1er. violín
Carlos Cosattini: 2do. violín
Carolina Folger: Viola
Constanza Meinero: Piano
Lucas Homer: Contrabajo
Marcos Di Paolo: Guitarra
Matias Furió: Percusión
Fuente: Diario Folk
Gracias por incluir nuestra crítica en tu sitio web, Lorena!